
V enganza de dinastía juré en tu natalicio.
E l adiós supremo, desde luego, está cerca.
N o arrebataré, por entera, tus todas vidas.
I ncoloridos mañanas con atonales ayeres.
D eserás un ojalá de error en mi plan súbito.
P artida de irse y una mitad del alma te robo.
O rfandad y que la prole padezca oscuridad.
R oerá en la calma, la perenne física ausencia.
O bligatorio será extrañar a quien te dio a luz.
T imorato eterno aprendiz, se va un maestro.
R ostro eterno significante de lágrima y sonrisa.
O yente será el aire cuando pidas la bendición.
S oy un ángel de la muerte, de las leyes de vida.
E sta vez, una de dos, me llevo de ti a alguno.
R uin mi decisión y, solamente, es el destino.